En Puebla, único museo sobre la vida religiosa femenina




A través de 1,300 piezas novohispanas y la rehabilitación de espacios del Ex Convento de Santa Mónica, el Museo de Arte Religioso recrea episodios de las monjas en la Nueva España.
EN PUEBLA, ÚNICO MUSEO SOBRE LA VIDA RELIGIOSA FEMENINA

*** A través de 1,300 piezas novohispanas y la rehabilitación de espacios del Ex Convento de Santa Mónica, el Museo de Arte Religioso recrea episodios de las monjas en la Nueva España

*** A un par de meses de su reapertura, el recinto ha registrado la visita de cinco mil personas; tras su reestructuración durante seis años, ahora presenta 27 salas renovadas



Una serie de cinco óleos de grandes dimensiones, que sobrepasan los tres metros de altura, decoran la Sala de Terciopelos del Museo de Arte Religioso (MAR), en Puebla. Se trata de obras creadas hace más de 200 años por manos indígenas, que representan diversas escenas de la vida de Cristo sobre tela aterciopelada, una técnica poco común dentro de la pintura, que nuevamente se puede admirar luego de que este recinto reabrió sus puertas hace un par de meses, en los que ha recibido más de cinco mil visitantes.

Dichas obras de excelente manufactura forman parte de las 1,300 piezas que exhibe este museo renovado; fueron pintadas por el indígena oriundo de Cholula Rafael Morante, las cuales por su originalidad, complejidad de su técnica y su gran formato (3.4 metros de altura y 3.2 de ancho), dan nombre a dicho espacio.

El museo, bajo custodia del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH-Conaculta) desde 1940, se alberga en el Ex Convento de Santa Mónica, y representa el más importante de arte novohispano del país, al resguardar una de las colecciones más grandes de alrededor de 3, 500 piezas (de los siglos XVII al XIX), conformada por objetos de los conventos de las órdenes capuchinas, dominicas y agustinas que se establecieron en Puebla durante la época colonial y hasta finales del siglo XIX.

El MAR ofrece un recorrido por la historiografía de Puebla, y es el primero en el país que recrea la vida conventual femenina de la Nueva España. El edificio que lo alberga destaca por ser de los pocos conjuntos conventuales que han sobrevivido hasta nuestros días —de los 11 que hubo en los siglos XVII y XVIII— en lo que fue la antigua Puebla de los Ángeles, villa que se caracterizó por estar habitada únicamente por españoles, y haber sido un punto estratégico para el desarrollo económico de la época, al localizarse en el cruce de los caminos a Oaxaca, el puerto de Veracruz y la Ciudad de México.

Tras su reestructuración, este museo ahora tiene 27 salas (renovadas de 2005 a 2011), cuatro de ellas de reciente creación, que en conjunto explican la fundación del sitio, el origen de Puebla en el siglo XVI, el proceso de evangelización, la creación de conventos femeninos y masculinos en dicha entidad, además de la recreación de la vida cotidiana del convento de Santa Mónica.

Por los pasillos de este inmueble histórico, el visitante puede llegar al Patio de profesas, localizado en la planta baja, que antiguamente fue utilizado por las monjas para leer, orar, reflexionar y hacer actividades en grupo como bordar y tejer.

También puede acceder a los coros del convento, espacios cuadrangulares que estaban conformados por altares, nichos, relicarios y adornados con óleos, muchos de los cuales aún se conservan y exhiben. En este punto, las monjas escuchaban misa, rezaban y cantaban en diferentes horas del día tras escuchar el repique de las campanas o el sonar de las castañuelas para reunirse ahí.

Entre los eventos que las religiosas celebraban en esta parte del inmueble, destaca por ejemplo, que en el Coro Bajo recibían su hábito de novicias y juraban seguir una vida de obediencia, castidad, pobreza y clausura. Mediante este último voto y bajo advertencia de excomunión, prometían nunca salir de los confines del convento.

En el MAR destaca una pequeña escultura de aproximadamente 40 cm de alto, que se localiza en un nicho en la cocina conventual: la representación de San Pascual Bailón —santo de los cocineros—, a quien las monjas agustinas se debían, ya que uno de sus principales pasatiempos era hacer platillos para los miembros de la élite virreinal, logrando que muchos de sus guisos sobresalieran hasta nuestros días, como el mole poblano, el pipián, el rompope y los chiles en nogada.

Este último platillo fue creado por las monjas en el siglo XVIII, pero fue hasta 1822 que alcanzó reconocimiento, cuando al ofrecérselo al entonces emperador Agustín de Iturbide, le añadieron dos ingredientes: crema y granada, en alusión a los colores de la bandera del Ejército Trigarante.

Cabe mencionar que la Cocina Conventual conserva su horno original de tipo semicircular y está adornado con mosaicos de talavera azules y blancos; en este espacio aún se pueden observar diversas ollas de cerámica sobre el horno, y otras tantas colgadas decorando las paredes. Contiguo a la cocina se localiza el Refectorio, donde las monjas comían en comunidad, no sin antes leer algún pasaje de la Biblia o las biografías de santos que les servían como ejemplo.

Otras áreas del Ex Convento de Santa Mónica que se pueden recorrer son la enfermería, la biblioteca, el antecoro, algunas de las celdas, el despacho de la priora y el patio de novicias, en las cuales con la nueva museografía se recrean las labores cotidianas de las religiosas, desde las oraciones que hacían en el Coro Alto para recibir la aurora, hasta la medianoche en que volvían para cantar los maitines.

De igual forma, a lo largo del Museo de Arte Religioso el visitante se puede deleitar con diversas pinturas de gran formato, firmadas por artistas novohispanos, como Pascual Pérez, Juan Villalobos, los hermanos José y Francisco del Castillo, Juan Tinoco, Miguel Cabrera, José Ortiz, Juan Correa, Luis Berrueco o el poblano Miguel Jerónimo de Zendejas, cuyas obras son expuestas en la sala de reciente creación: Pintores. En este punto destaca la obra Nuestra Señora de los Gozos realizada en el siglo XVII.

Otros objetos de gran valor histórico son: documentos, libros, textiles y ornamentos ceremoniales como casullas, túnicas, estolas y una serie de coronas de profesión de las monjas, que fueron manufacturadas entre los siglos XIX y XX, con un alma de hierro que les da la forma de corona imperial o real, adornadas con figuras de cera y flores de tela.

El Ex Convento de Santa Mónica comenzó sus labores en 1688 cuando dio profesión a 24 colegialas; tuvo diversas exclaustraciones como consecuencia de las Leyes de Reforma (1857-1861), y debido a los diversos conflictos desatados por la Revolución Mexicana (1910) y posrevolución.

Las religiosas agustinas desalojaron el inmueble definitivamente en 1934; dos años más tarde, debido a la riqueza histórica y artística del lugar, el recinto fue convertido en sede del Museo de Arte Religioso de Puebla y declarado Monumento Colonial el 19 de junio del mismo año; para 1940 el inmueble ya formaba parte del INAH.

Como parte de esta primera reestructuración integral que tuvo el Museo de Arte Religioso de 2005 a 2011, 285 obras fueron restauradas por especialistas del INAH, y 50 obras fueron sacadas de bodega y exhibidas por primera ocasión; además se realizaron trabajos arquitectónicos y de conservación en el inmueble.

Cabe señalar, que durante dichas labores se hallaron los arranques de los lavaderos y letrinas coloniales (siglo XVII) hechos de ladrillos y azulejos, que estaban debajo de un piso del siglo XX, los cuales ahora se exhiben por primera vez a través de ventanas arqueológicas, a fin de que los visitantes los puedan observar junto con los antiguos sistemas de desagüe.

El Museo de Arte Religioso se ubica en la calle 18 Poniente No. 103, en el Centro Histórico de Puebla. Horario: martes a domingo de 10:00 a 17:00 horas. Costo 35.00 pesos. Entrada gratuita para personas mayores de 60 años de edad y menores de 13, así como pensionados, jubilados, profesores y estudiantes con credencial vigente. Los domingos la entrada es gratuita para el público nacional y extranjeros residentes.




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